Recreación habitual

Tengo que decirte que tu hiperactividad me sorprende, sobre todo cuando es domingo a la mañana, que con tu madre muriéndonos por dormir unos minutos mas, el tono de tu voz ya nos indica que te despertastes para no volverte a dormir.
Te considero mi mejor combo a pesar de que no venís con papas y gaseosas. Traes en tu interior la mejor mezcolanza de cualidades.
No puedo castigarte, mi conciencia no me trataría bien después.
Lo único que puedo hacer, es ser coautor de tus travesuras y seguirte en cumplir con el castigo que tu madre nos impone.
Por culpa tuya ya no soy gerente general del control remoto.
Se me hace un nudo indesatable en la garganta cuando tengo que dejarte sola en la escuela y verte caminar de atrás, cargando en una mano la mochila y en la otra el gesto de Chau.
Te creo muy frágil como para que puedas hacerle frente a las obligaciones. Aunque de apoco me doy cuenta que esa sensación la tengo desde que naciste y me invade ante cualquier emprendimiento tuyo.
No me gusta darme cuenta que la leche dura más tiempo en la heladera de casa. Significa que vas de a poco, dejando la mamadera.
El ritual de entrar a la pieza en puntas de pie agitando la mamadera y rogando que no te despertaras era de mi agrado.
No me gusta darme cuenta, una tarde cualquiera, de que los talles de tus zapatillas suben.
En fin, creo que esto se trata de cambios, a los que voy enfrentar de manera distinta y dando vuelta las reglas.
A medida que el tiempo pase, me voy a seguir haciendo mas cómplice y menos gruñón.
Mientras que a tu madre, le dejo la tarea mas dificil, que nos lleve a los dos por el buen camino. Ademas de divagar sobre tu futuro, uno que nunca planeamos seriamente.
Será por que estamos a más no poder pendientes de una perfecta rutina, que trae consigo tus rodillas con raspones injustos, melodías inventadas que parecen perfectas y caras mañaneras hinchadas de buen dormir.