Existe un valle perdido en los confines de la tierra al que llegan caminos que nunca pueden verse.
En este valle sagrado, se encuentra la gran Ciudad de los Cesares o la ciudad encantada de la Patagonia, con sus cúpulas de oro y plata y templos de piedras preciosas.
El lujo es sereno y omnipresente. Vigías custodian silenciosamente sus entradas y barqueros navegan los remansos que forman sus ríos.
Quienes habitan en sus casas son amables, altos y guardan en su mirada la profundidad de las almas que encontraron la paz.
Visten elegantes capas blancas y sombreros de ala ancha con pluma y viven en la euforia permanente de quien es feliz.
Cuentan que los viernes de Octubre, las almas inquietas pueden ver, desde lejos, como brillan sus cúpulas y sentir las brisas perfumadas de sus flores.
Nadie muere en el valle perdido y cada paso acerca a los peregrinos a la ciudad encantada de la Patagonia, donde cada día se siente la vida con la fuerza de quien nace eternamente.
Quien llega a este lugar, olvida inmediatamente quien fue, y si alguna vez alguien se marcha, olvida todo lo que vio.
Este es su verdadero misterio: el sabio encanto de saber que la memoria nace y muere.
La ciudad encantada permanece aun rodeada de una niebla impenetrable que la oculta a los ojos viajeros, y seguirá escondida hasta el final de los tiempos, momento en el que apareceré revelando a los incrédulos su presencia.
En este valle sagrado, se encuentra la gran Ciudad de los Cesares o la ciudad encantada de la Patagonia, con sus cúpulas de oro y plata y templos de piedras preciosas.
El lujo es sereno y omnipresente. Vigías custodian silenciosamente sus entradas y barqueros navegan los remansos que forman sus ríos.
Quienes habitan en sus casas son amables, altos y guardan en su mirada la profundidad de las almas que encontraron la paz.
Visten elegantes capas blancas y sombreros de ala ancha con pluma y viven en la euforia permanente de quien es feliz.
Cuentan que los viernes de Octubre, las almas inquietas pueden ver, desde lejos, como brillan sus cúpulas y sentir las brisas perfumadas de sus flores.
Nadie muere en el valle perdido y cada paso acerca a los peregrinos a la ciudad encantada de la Patagonia, donde cada día se siente la vida con la fuerza de quien nace eternamente.
Quien llega a este lugar, olvida inmediatamente quien fue, y si alguna vez alguien se marcha, olvida todo lo que vio.
Este es su verdadero misterio: el sabio encanto de saber que la memoria nace y muere.
La ciudad encantada permanece aun rodeada de una niebla impenetrable que la oculta a los ojos viajeros, y seguirá escondida hasta el final de los tiempos, momento en el que apareceré revelando a los incrédulos su presencia.
hermosa patagonia y linda gente la que la habita... me alegro que te haya vuelto la inspiración y que estes de vuelta. no te voy a preguntar mas nada porque nunca me contestas ... te mando un beso y que termines muy bien el fin de semana.
ResponderEliminarun gusto tenerte por mi blog
ResponderEliminarya te lo dije !
SALUDOS & un lujo lo que describis.
hermoso lugar
Es de verdad muy hermoso lo que escribiste
ResponderEliminarSaludos
cuánto te gusta octubre! y sí, realmente la Patagonia es un paraíso!
ResponderEliminarquiero leer más de tus ocurrencias Nabu, un besote enorme!
hola, anduve por tu blog a raiz de que comentaste en el mío. Cuando escribiste por allá pensé que habías andado por la marcha hoy y que habías tenido otro punto de vista de cómo fueron las cosas. Pero vivís en neuquén no? entonces debés tener otro punto de vista de todo en gral. Bueno, mejor te decía, porque mi texto fue un poco pesimista. Cuestión del día nomás! Hubiera estado bueno que estuvieras ahí.Un abrazo
ResponderEliminarPertenencia, identidad, amor y visiones cotidianas.Cuánto hace todo eso a la percepción del poeta y la continuidad de su trabajo en la gente.
ResponderEliminarSaludos desde Rosario y muchas gracias por tu comentario, Grciana