Es injusto que cuando nos sentamos a escribir la carta a Papa Noel, rebalsados de alegría, este entre tus primeros deseos: “una muñeca que no se sienta sola y que este siempre feliz para jugar”….
¿Hicimos algo mal con mamá? A lo mejor en este último tiempo muchas cosas fueron en vano o no dieron el resultado esperado.
Déjame recordarte que todo se trata de una ciega apuesta para que seas feliz. No me voy a poner a explicarte por que el día no tiene más horas para poder divertirnos, o por que queriendo seguir jugando nos tenemos que ir a dormir. Tu corta edad no te deja entender algunas cuestiones…
Me da miedo que ese deseo tuyo, que se mezcla con un pedido de tu voluntad, sea un auto-reflejo exteriorizado de manera inconciente por vos hija… y si así lo fuere, algo no anda bien, pero el recaudo lo tengo que tomar.
Tenes frases y momentos que patean la estantería de mis emociones, por ejemplo, escucharte cantar los villancicos de navidad. Mi diafragma se infla de emoción haciendo vibrar mi boca, y a veces pienso que no puedo aguantar tanta intensidad emocional, sin embargo, sigo viviendo.
En esta época mágica, dejamos de estar ocupados en recortar animales del zoológico para el colegio o de ensayar rutinas de educación física para la fiesta de fin de año y comenzamos a dedicarnos a nosotros. Y dedicarnos a nosotros es mucho, por que sabemos que en el fondo es todo lo que necesitamos.
Te regalo y deseo la mejor navidad, cargada de inocencia, de regalos, de un mundo sano, de un verano por delante dedicación full time. Y por más que las siestas que me regalas traen consigo un par de patadas despertadoras y un ridículo dinosaurio violeta, las estoy esperando.