Me encanta abrazarte, aunque le des a esos momentos un significado de trámite necesario antes de ir a hacer otra cosa más interesante. Me haces sentir viejo.
Me haces acordar cuando me pasaba lo mismo con tu abuelo, y no me gusta, por que me da la emoción de que el tiempo desfila muy rápido, y mucho se va con su pasada sin yo poder aprovecharlo al máximo.
Todavía me acuerdo cuando en tus primeros meses del jardín empezaste a idear el mejor regalo que me podías regalar en el día del padre. Yo esperaba abrir esa caja y encontrarme con los zapatos que habíamos visto con mama, pero adentro de la caja reposaba un collar de fideos, hecho por manos gordinflonas, que venia acompañado de una cara de admiración inmortal.
El collar sigue durmiendo en el mejor baúl de recuerdos.
Tenemos a la mama más dotada de hermosura del mundo. Nos cuida y atiende, es humana, nos orienta, nos da ejemplos de buena conducta, tiene el mágico poder de sanar los golpes indebidos, nos hace brownies los sábados, nos cocina y nos hace los postres que mas nos gustan, además de tener los retos justos y palabras necesarias para cada situación.
Somos beneficiarios de la mama que amamos amar.
No tenemos el techo lleno de manteca, situación que creo, da origen a mi intima convicción de que todo lo que valga más de 40 mangos es caro. Pero así y todo, en este trío amoroso, no necesitamos mas que sentir la presencia, el uno del otro, para sentirnos realizados.
Cuando eras bebe, me volvía más papista que el papa y rezaba para que la salida o cualquier compromiso se suspendieran.
Cada salida requería, más o menos, llamar al camión de
A tu madre la pasaba lo opuesto, siempre animada y con ganas de mostrar su mejor tesoro a donde sea.
Gozas de la gracia y el don de arruinar muchas siestas, de querer estar despierta hasta muy tarde cuando el día siguiente comienza temprano, o conseguir el cambio de canal en medio de alguna hechicera película.
También, no puede omitirse tu perfección de reloj suizo para dormirte en el auto andando, sabiendo que en diez minutos tenes que estar caminando.
Asíque acá estamos, paladeando el ocaso de Octubre, parados en el inicio de la recta final de este loco 2009.
Mientras tanto, ahora me voy a dormir la siesta con 17 kilos de humanidad, a los que siempre acompaña la transpiración y una calida temperatura corporal.